Nunca en nuestras vidas habíamos tenido tanta sensación de deseo como ahora. Nuestros días son puro anhelo ¿verdad? Echamos en falta tantas cosas de nuestro día a día que, a cada minuto estamos deseando hacer aquello que hacíamos y que ahora no podemos.
También se nos ha despertado el deseo de la novedad. Hablo en plural pero, por lo menos a mi, me han entrado ganas de hacer cosas que no he hecho nunca, ir a sitios en los que no he estado y descubrir nuevas emociones y nuevas sensaciones. No soy de embarcarme en grandes aventuras, pero una pequeñita no estaría mal, para variar.
Hace poco hablaba con una amiga de esto. De lo que nos gustaría hacer cuando recuperásemos la normalidad. De aquellas experiencias que queríamos vivir cuando llegaran los "días tranquilos". De cosas que habíamos dejado en el tintero antes de tener que quedarnos encerrados. De los planes no realizados, esos que siempre dejas en la recámara, esperando a que se den todas las circunstancias posibles para lanzarte a hacerlos y que nunca acaban de llegar.
Es curioso como dejamos de hacer tantas cosas porque, irónicamente, siempre estamos haciendo otras que nos ocupan casi todo el tiempo libre que tenemos. Ha tenido que ocurrir algo como esto para tener algo de perspectiva y poder mirar la vida desde otro punto de vista, algo más lejano quizás. Nos hemos visto obligados a mirar al futuro con ilusión, porque el presente no nos gustaba demasiado y, además, porque es lo único que nos daba esperanzas. La esperanza de poder hacer algo nuevo, algo diferente a esta monotonía obligada, a este tedio impuesto.
Le decía entonces a Bego, que hiciera una lista con aquellas cosas que siempre había tenido ganas de hacer y que, las cumpliera una a una. Que, una vez que pudiera, no las dejara pasar como había hecho antes (como habíamos hecho todos antes). Porque, esta experiencia nos ha enseñado muchas cosas y, una de ellas, es que el futuro es incierto y no debemos posponer aquello que nos hace felices.
Así que, ya sabes, papel, lápiz y a hacer tu lista.
Yo también voy a hacer la mía.
También se nos ha despertado el deseo de la novedad. Hablo en plural pero, por lo menos a mi, me han entrado ganas de hacer cosas que no he hecho nunca, ir a sitios en los que no he estado y descubrir nuevas emociones y nuevas sensaciones. No soy de embarcarme en grandes aventuras, pero una pequeñita no estaría mal, para variar.
Hace poco hablaba con una amiga de esto. De lo que nos gustaría hacer cuando recuperásemos la normalidad. De aquellas experiencias que queríamos vivir cuando llegaran los "días tranquilos". De cosas que habíamos dejado en el tintero antes de tener que quedarnos encerrados. De los planes no realizados, esos que siempre dejas en la recámara, esperando a que se den todas las circunstancias posibles para lanzarte a hacerlos y que nunca acaban de llegar.
Es curioso como dejamos de hacer tantas cosas porque, irónicamente, siempre estamos haciendo otras que nos ocupan casi todo el tiempo libre que tenemos. Ha tenido que ocurrir algo como esto para tener algo de perspectiva y poder mirar la vida desde otro punto de vista, algo más lejano quizás. Nos hemos visto obligados a mirar al futuro con ilusión, porque el presente no nos gustaba demasiado y, además, porque es lo único que nos daba esperanzas. La esperanza de poder hacer algo nuevo, algo diferente a esta monotonía obligada, a este tedio impuesto.
Le decía entonces a Bego, que hiciera una lista con aquellas cosas que siempre había tenido ganas de hacer y que, las cumpliera una a una. Que, una vez que pudiera, no las dejara pasar como había hecho antes (como habíamos hecho todos antes). Porque, esta experiencia nos ha enseñado muchas cosas y, una de ellas, es que el futuro es incierto y no debemos posponer aquello que nos hace felices.
Así que, ya sabes, papel, lápiz y a hacer tu lista.
Yo también voy a hacer la mía.
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