Hace ya como un par de años que decidí empezar este nuevo proyecto de diario, bitácora, blog o como lo quieran llamar. En total contraposición con mi otro cuaderno (www.buscatelavida.blogspot.com) en el que desparramo todo mi ingenio para hablar de las cosas que me ocurren y que, en el noventa y cinco porciento de los casos, me suelen sacar de mis casillas, en este otro sitio, quiero dedicarme a lo que llevo un tiempo queriendo hacer, empezar a cambiar el ritmo.
¿Porqué? Y ¿porqué ahora? Pues, porque este mundo en el que vivo, mi micro-mundo, ese que siempre creo tener controlado, porque raramente me salgo de la rutina y la monotonía, resulta que, en realidad no es tan seguro como aquí un servidor creía. Y, llega un momento en el que cualquier tontería, cualquier cambio, cualquier diferencia con lo que tú asumes que debe ser tu vida diaria, se convierte en un problema. Y, entonces, tu zona de confort resulta no ser tan cómoda como creías y te empiezas a poner nervioso. Puede que no lo notes al principio, que sólo vayas un pelín acelerado como respuesta a lo que ocurre a tu alrededor. "Es normal" te repites a ti mismo, aunque no lo sea, para convencerte de que la situación no ha cambiado, de que pronto podrás volver a ponerlo todo en su lugar. Pero, resulta que no es así y que esa tontería que te está afectando, sigue dilatándose en el tiempo más de lo que deseas. Empiezas a tener malas digestiones, luego tienes cambios de humor, estás irascible (cuando tú siempre has sido la persona más tranquila del mundo) y duermes poco y mal. Entonces, un día, esa válvula de escape que todos tenemos instalada en alguna parte de nuestro cuerpo, se activa y deja salir todo lo que se ha ido acumulando y acumulando. A algunos les da por romper cosas, a otros por llorar, a mi me dan crisis de ansiedad. La última fue hace como un mes, se me puso el corazón a mil (aparte de los típicos nervios, temblores y escalofríos) cosa que me asustó mucho. Eso me hizo replantear lo que estaba haciendo de mal en mi vida.
A veces, todos necesitamos que nos den un toque de atención, para no bajar la guardia, para volver a estar alerta, para dar el primer paso que inicie ese cambio que necesita tu vida. Lo importante es hacer caso a esa alarma y reaccionar ante ella, para que no vuelva a saltar. Acostumbrarse a los avisos y simplemente sobrellevarlos, no vale. Eso te puede funcionar durante un tiempo, a la larga, acaba fallando y la consecuencia será peor.
Yo ya he aprendido y, aunque me cueste (nadie ha dicho que esto vaya a ser fácil) voy a hacer que esto cambie a mejor. Poco a poco. Sin agobiarnos. Dando pequeños pasos, que es como se llega a la meta.
Y tú ¿te apuntas conmigo a la vida lenta?
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